LA CONFIANZA EN UNO MISMO

El efecto que la confianza en uno mismo tiene sobre el juego de un tenista es asombroso. La falta de confianza en uno mismo puede convertir al jugador número uno del mundo en un tenista cualquiera, mientras que un pequeño aumento de ésta puede ayudar a que un deportista en declive consiga lo que nadie hubiera imaginado.
Esto tiene que ver con la alquimia: la confianza parece ser un verdadero catalizador que convierte el plomo en oro, o de repente lo transforma todo de una manera increíble.

¿Qué es la confianza en uno mismo? Dicho de una manera sencilla, se trata de un estado interior particular que nos capacita para hacer un uso máximo de nuestro potencial, o incluso para sobrepasarlo.
Estos son los tres principales mecanismos que participan en la creación de la confianza en uno mismo:

1. EL PROCESO DE ACUMULACIÓN
Se trata de una reacción en cadena que requiere sensaciones de éxito para poder funcionar. Es esta serie de éxitos, primero durante las sesiones de entrenamiento y después en los partidos, lo que permite al jugador desarrollar la confianza en sí mismo. El jugador sabe que puede contar con sus golpes y con su forma física. Sabe que puede ganar puntos, partidos y torneos. La confianza por acumulación requiere éxito y perseverancia contínua para funcionar y exige resultados que sean tangibles para desarrollarse.
Muchos tenistas profesionales han tenido baches en su carrera deportiva por problemas personales, familiares, legales, médicos, etc, pero una vez lo han solucionado han buscado con éxito recobrar la confianza perdida.
Ellos básicamente recobraron las energías extraviadas ganando partidos en torneos de categorías y rangos inferiores y así poco a poco han logrado escalar llegando a realizar excelentes torneos e incluso ganar competiciones de alta exigencia como ATP 5OO, ATP 1000 y Grand Slams. Ejemplos, Rafael Nadal, Juan Martín del Potro, Viktor Troicky, Guillermo Cañas y André Agassi, por nombrar unos cuantos tenistas reconocidos.
Estos éxitos paulatinos, empezando por jugar torneos pequeños, hicieron que las cosas les volvieran a ir bien. Posteriormente los siguientes resultados evidenciaban el aumento de la confianza en sí mismos. La acumulación de éxitos trae consigo el aumento exponencial de la confianza. Incluso, así no se gane pero se esté satisfecho con el rendimiento, es un indicativo seguro de que la confianza poco a poco se está recuperando.
2. EL PROCESO DE REVELACIÓN
Puede ocurrir tras un éxito significativo en el que la intensidad emocional alcanza un nivel tal, que proporciona una fuerte sensación de confianza. A partir de ese momento, el jugador empezará cada partido de una manera muy positiva.
Son los casos de por ejemplo las nuevas promesas y generaciones del tenis mundial como Milos Raonic, Kei Nishikori, Grigor Dimitrov y Nick Kyrgios, en donde ellos ya han ganado torneos ATP-250, ATP-500, ATP-1000 y llegando alto en los Grand Slams, fuera de obtener efectivos rendimientos y resultados exitosos sobre tenistas top-10 del ranking ATP, incrementando la confianza en ellos mismos para llegar a ser en un futuro cercano los deportistas que irán reemplazando a un Federer, Djokovic, Nadal y Murray. El gran éxito crea la gran confianza y la gran confianza crea el gran éxito.
Por otro lado, una revelación puede ocurrir también tras una experiencia negativa de gran intensidad que despierta un sentimiento de orgullo, siempre que el jugador tenga el potencial mínimo para triunfar. Vamos acudir a un ejemplo histórico de hace aproximadamente 17 años:
Había un tenista francés de nombre Nicolás Escudé, quien cuando era junior vencía de forma categórica a los grandes tenistas del momento como eran Gustavo Kuerten, Marcelo Rios y Albert Costa, pero, en el año 1997 cuando éstos tres tenistas figuraban dentro del top-10 del entonces ranking ATP él estaba ranqueado en el puesto 406 del mundo.
¿Qué pasó? ¿Se estancó? ¿Se aburrió? Nada de esto, simplemente falló su mentalidad de tener confianza en sí mismo.
Sigue la historia: A principios de 1997, Escudé participó en un Satélite en Montrouge y perdió con un tenista de nombre Oliver Malcor, quien en ese entonces estaba en el puesto 36 del ranking ATP, esa derrota fue traumática para Nicolás, estaba hecho polvo y había tocado fondo.
Después del partido, su entrenador Tarik Benabiles, quien conocía sus antecedentes de junior y de profesional y que confiaba plenamente en su talento, habló con él y luego entrenaron cuatro horas y media a fondo en la cancha, lo hizo olvidar de ese sinsabor y ya en su mente la derrota era historia.
Al año siguiente, participó en el primer Grand Slam del año 1998 realizando un increíble torneo, donde en cuartos de final le ganó al alemán Nicolás Kiefer venciéndolo en cinco sets y perdiendo en semi-finales con Marcelo Rios en tres sets. Ese AusOpen 1998 lo ganó finalmente Petr Korda.
Una comparación entre Nicolás Escudé que jugaba y perdía en el torneo Satélite de Montrouge en febrero de 1997 y el Nicolás Escudé que alcanzó la ronda semi-final de un Gran Slam Australia Open 1998, se había visto en apenas algo menos de un año. Eliminado de un torneo tan pequeño como un Satélite y llegando a semi-finales en un torneo tan grande como un Grand Slam, en tan sólo un año!!! ¿Qué ocurrió?
Al respecto, su entrenador comentaba: “Él tenía todas las de ganar. Sólo necesitaba ese “algo más” para darse cuenta de lo que era capaz de hacer”.
Técnicamente, táctica y físicamente hablando, es poco probable que su juego sufriera grandes cambios en un período de tiempo tan corto ¿Cómo se explica entonces este cambio?
La diferencia reside en otro factor: en el propio jugador. El jugador francés comenzó a ganar confianza en sí mismo. La comparación de sus malos resultados al principio de 1997, hasta su derrota en Montrouge, con los brillantes resultados de los jugadores a los que él solía vencer a los 16 años, actuó como un estímulo para su confianza. De repente, ¡¡¡Decidió creer en sí mismo!!!
3. EL PROCESO DE LA FE POSITIVA FUNDAMENTAL
Se puede describir como una confianza en sí mismo incondicional e intrínseca. Este tipo de confianza en uno mismo no requiere ninguna motivación extrema para manifestarse. El jugador tiene fe ciega en sí mismo, cualesquiera que sean los resultados. Su confianza parece ser indestructible y permanente. Tiene una fe absoluta en su potencial. El jugador utiliza esta fe positiva fundamental para triunfar. Esa fe dicta día a día sus decisiones, sus métodos de entrenamiento y su comportamiento en la cancha.
Serena Williams es sin duda la jugadora que mejor personifica esta fe positiva fundamental. Siempre estuvo firmemente convencida de que sería la jugadora Nº 1 del mundo en el ranking femenino.
Así lo dijo la primera vez que apareció en la gira de la WTA y ha seguido afirmándolo desde entonces. Pero lo más importante de todo es que continúa diciéndoselo a sí misma. Serena fundamentalmente cree en sí misma, en su talento y en su potencial.
Con sus últimas victorias en el Australia Open, Roland Garrós y Wimbledon todos en el presente 2015, está claro que esa fe está dando frutos considerables. En su caso, la confianza no proviene del éxito. De hecho, es al contrario. Y ésa es la característica que distingue su confianza de los procesos citados anteriormente. La fe positiva incrementa la confianza y ésta te lleva al éxito.
A continuación incluimos cinco maneras eficientes de ganar, desarrollar y mantener la confianza en uno mismo:
1. Convencerse uno mismo y a cada momento, especialmente cuando se tengan dudas. Por ejemplo, concentrarse en un pensamiento positivo sobre el servicio o la devolución.
Repetirse a uno mismo una y otra vez, cosas como: “mi servicio es mi punto fuerte”, “mi resto es sólido”, “mi revés es fantástico”, “soy muy consistente”, etc. Estas aserciones afirmativas tendrán una influencia positiva en los métodos de entrenamiento y en la manera de abordar los golpes durante el partido.
2. Seguir un programa exhaustivo de entrenamiento físico, técnico, táctico y sobretodo mental. Un jugador bien entrenado desarrollará una tremenda confianza en sí mismo durante el partido.
3. Memorizar experiencias de éxito. El jugador debe memorizar cada golpe que realice bien mientras entrena. Éste puede ser el primer eslabón en la cadena de la confianza. Cada punto ganado por un jugador en un partido, cada victoria, especialmente en condiciones difíciles, deben ser memorizados.
Para ello, el jugador puede utilizar estos cuatro métodos:
a. Dirigirse a sí mismo de una manera positiva tras cada jugada significativa, ¡¡vamos!!, ¡¡positivismo!!, ¡¡la próxima!!, etc. También pueden decirse las palabras en voz alta y que nazca del alma de manera espontánea.
b. Realizar rituales tras cada jugada significativa, por ejemplo, apretar el puño, levantar la mano, saltar, etc.
c. Hacer una “fotografía mental” de la jugada que se acaba de experimentar. Eso trae consigo una imagen positiva y permanente en su mente para usarla más adelante y en otros partidos.
d. Desarrollar rutinas post-partido: escribir en un cuaderno o papel todas las jugadas significativas que se acaba de experimentar en el partido para implantarlos en la memoria o visualizar y guardar en su memoria las fortalezas que tuvo para ganar un partido: movilidad de piernas, consistencia, paciencia, etc.
Cuando un jugador tenga dudas, estas palabras, rituales, imágenes mentales o una rápida ojeada al cuaderno le ayudarán a reactivar rápidamente sus sentimientos de confianza.
4. Reconocer las señales y reacciones negativas. Los siguientes indicios indican que un jugador tiene dudas:
a. Se dicen cosas negativas a uno mismo, por ejemplo, ¡¡apesto!!, ¡¡bruto!!, ¡¡esoty botando todo!!, etc.
b. Lenguaje corporal negativo: cabeza, ojos, raqueta y hombros bajos, respiración acelerada, desconcentrado, está físicamente aletargado, etc.
c. Contínuas imágenes mentales de golpes fallados, partidos perdidos, errores no forzados, etc.
Tan pronto aparezca una señal negativa, es importante darse cuenta de que se están experimentando dudas para ver las cosas con perspectiva. Entonces tiene que dejarse a un lado los pensamientos negativos volviendo a las frases y pensamientos positivos. Para ello, se necesita activar los aspectos positivos de las jugadas memorizadas y registradas en el papel.
Después de una derrota o un partido ganado jugando mal, es igual de importante crear el hábito de escribir en una cuartilla, lo más objetivamente y lo antes posible, todo lo que no haya ido bien. Luego, se debe intentar aprender de los errores para evitar repetirlos.
Escribir en el cuaderno las nuevas actitudes positivas que se necesita desarrollar en el futuro y deshacerse de la cuartilla.
Ésta es una manera excelente de aprender de los errores de una forma positiva, extinguiendo al mismo tiempo cualquier duda sobre uno mismo y evitando la depresión y la tristeza por la derrota o por el partido mal jugado. Terminar esta rutina leyendo una vez más la lista de éxitos pasados para reafirmar más aún los pensamientos positivos.
5. Fingir. Si se tuviera confianza en mí mismo, ¿cómo caminaría? ¿Cuál sería mi actitud? El truco está en reproducir la postura, cabeza alta, mirada al frente, hombros distendidos y hacia atrás, los gestos, paso firme, movimientos seguros, la amplitud y el ritmo respiratorios, así como el tono muscular que encarnan la confianza en uno mismo.
Es necesario identificarse con el personaje que se quiere ser: un tenista que cree en sí mismo. ¡Es siempre sorprendente ver lo rápido y eficaz que resulta esta técnica en un partido!
Cualquiera de los tenistas que figuren en los top-ten de la ATP o de la WTA son ejemplos claros de jugadores (as) que transmiten un aura de temor a sus rivales por la energía positiva y seguridad que transmiten hacia ellos mismos.


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